En cierta forma Internet genera una forma de comunicación multidireccional, mucho más equitativo que los demás. El anonimato que permite la red, deja a un lado las diferencias sociales, raciales o de casi cualquier índole. El problema se origina en el acceso a la red, no solo en lo económico o infraestructural, sino también en las cuestiones que refieren al uso de los recursos que la web brinda (capacitación y educación).
En Africa, el sudeste asiático y Centroamérica, existe una brecha muy difícil de romper, que aísla a gran parte de la población de estar on line, ni hablar del aislamiento generado por el ordenamiento socio económico mundial en lo que refiere a salud y alimentación. Más allá de los datos, no es necesario viajar hasta Haití, Birmania o Vietnam para encontrar excluidos, solo vasta con abrir los ojos cuando caminamos por la ciudad.
Un grupo de jóvenes que supo alertar esta necesidad creo la campaña “Compus para todos” (www.compusparatodos.com.ar). El proyecto se basa en el reciclado de componentes informáticos en desuso o en mal estado, para luego recomponerlos y donarlos a las escuelas y entidades sociales que carezcan de computadoras. Hasta el momento el plan benefició a ocho entidades, mientras que otras tres están en proceso.
Este ejemplo da la pauta para pensar que no es necesario depender de una gran estructura organizativa, como la del Estado o algunas ONG, que cuentan con miles de recursos, para incluir al sistema a quienes están fuera. Por el contrario, entre dos o tres amigos se puede generar un pequeño foco de resistencia ante el bloqueo a las nuevas tecnologías, que sufre una parte de la sociedad.
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